El Censo Nacional de Población y Vivienda 2024 se lleva adelante este sábado con normalidad, en los barrios y las zonas del sur de La Paz que se vieron afectadas por riadas e inundaciones en las últimas semanas.
En Alto Achumani, donde hace dos semanas hubo un desborde en la confluencia de los ríos Achumani, Kellumani y Huayllani y causó inundaciones en decenas de casas y mató a una persona, la respuesta de los vecinos fue muy activa.
Los censistas se concentraron en el Colegio Achumani, a las 8:00 de la mañana. En el ámbito de la cooperación interinstitucional, hasta allí llegaron dos buses PumaKatari, que pertenecen al Gobierno Municipal de La Paz, con decenas de cadetes del Colegio Militar y efectivos de otras instituciones castrenses.
Desde allí salieron a pie a las casas. Una hora y media después, el censo ya se desarrollaba a todo vapor. A algunas personas, los empadronadores los encontraron en pijama, e incluso vestidos así salieron a sus puertas para responder a las preguntas del cuestionario.
En algunos casos, la jefa o el jefe de familia, sacó a la puerta una silla para darle comodidad al entrevistador. El entusiasmo se apoderó de muchas familias, como la conformada por cuatro personas dos mayores, un niño y una niña que salieron a su puerta, o la señora que abrió su ventana y con una sonrisa preguntó a un censista que pasaba por ahí. “Disculpe, ¿ya nos va a tocar?”.
Amor de Dios
La gracia divina se ve reflejada en Amor de Dios, uno de los barrios más afectados por las inundaciones, precisamente en sus vecinos. Estas semanas se unieron más que nunca, se cuidaron entre todos, así pese a que fueron duramente golpeados, y sufrieron considerables daños materiales, ningún vecino perdió la vida.
No obstante, un obrero de una empresa privada, que se intoxicó con el dióxido de carbono mientras operaba un extractor de agua en un domicilio de la zona, perdió la vida.
Los censistas, también vecinos, muy bien organizados, se repartieron las casas y para llegar a cada una de ellas atravesaron la maquinaria pesada que queda en el lugar y sortearon las bolsas de arena que los vecinos pusieron cerca a sus casas para desviar el curso de las aguas y no ser invadidos por las mismas.
El recorrido atraviesa por la avenida Hernán Siles Zuazo, que llega hasta el puente Aranjuez, el único punto de conexión de La Paz con Mallasa, Mallasilla y Río Abajo. En esta jornada se hizo el recorrido con un sol radiante y algunas nubes que se observan en el horizonte, pero la ruta, transitable, aunque con las cicatrices inevitables de la furia del agua, el lodo y las piedras que trajeron las lluvias y granizo de las últimas semanas.
En todo el recorrido se pudieron observar decenas de censistas trabajando con total normalidad. El vehículo desciende y llega al puente del Lipari, casi a 2.800 metros sobre el nivel del mar. Los cerros alrededor se dejan ver con vegetación, algo que no siempre e ve, producto de las lluvias.
Pero desviando por un costado antes de cruzar el puente está la zona de Bajo Lipari, la zona que más ha sufrido por la furia del Rio La Paz, este sábado aparentemente manso.
Allí, Reina y Aydeé, dos jóvenes censistas, están sentadas sobre una piedra, descansando. Entre ambas recorrieron 22 casas, pero solamente encontraron a seis personas. “Lo que pasa es que el río, cuando creció se ha llevado casas y terrenos. La gente ha sido desalojada para cuidar su seguridad, pero hemos hecho el recorrido”.
Un poco más abajo, en la puerta de un local de fiestas que sufrió la pérdida de la mitad de su infraestructura, y de hecho las aguas, el lodo y las piedras se llevaron la casa del dueño, que estaba en la parte delantera, aparece la supervisora Ximena.
“Debemos tomar en cuenta también que los propietarios de estas casas en realidad viven en la ciudad. Yo soy vecina, les hemos pedimos que se vengan a censar aquí para que podamos ser más y logremos más recursos para que los daños en nuestras casas no se repitan, pero no hicieron caso”, dijo.
Y así, en la zona sur de La Paz, el censo transcurre con normalidad, abriéndose paso entre los rastros y las heridas dejadas en las familias que fueron afectadas.