¿Quién no cantó Ódiame?, el bolero del compositor peruano Rafael Otero. Ese mismo que Julio Jaramillo grabó e hizo famoso en la década de 1960. El que fue interpretado por distintos cantantes, y la versión más reciente podría ser la de Charlie Zaa en 2009. En la letra dice “Ódiame por piedad, yo te lo pido. Ódiame sin medida ni clemencia. Odio quiero más que indiferencia. Porque el rencor hiere menos que el olvido”. Hoy, la generación Z podría cantarla así: “conviértete en mi hater, ‘hate me’ (ódiame) sin media ni clemencia, odio quiero más de indiferencia, porque el rencor hiere menos que el ‘ghosteo’”.
Esta tendencia definitivamente es el resultado de las nuevas tecnologías, de los chats y la posibilidad de hacer llamadas que ofrecen Whatsapp o Instagram, para citar dos ejemplos. En los 80, un pretendiente llamaba a la casa de ella. Debía hacerlo “en horario prudente”, antes de las 20:00, y enfrentar al papá o al hermano celoso. “Podían mandarte por un tubo, decir que ella no estaba, que estaba cenando, o que ya se había dormido. Tras el ‘gracias señor, hasta luego’ sonaba el tono de ocupado de las líneas analógicas, luego colgabas y no te quedaba más que esperar mejor suerte para el día siguiente: ‘bueno, mañana pasaré por su colegio y al menos la veré antes de que la recoja su padre’, así era con mi esposa”, recuerda Roberto, quien ahora es padre de tres universitarios.
Hoy, el joven o la joven se lleva el dispositivo móvil a su cuarto, y mientras todos duermen puede hablar con quien quiera, el tiempo que quiera, a no ser que papá le pida el celular, “lo cual puede ser considerado prácticamente un delito, un atentado a los derechos del hijo y una falta a la ‘confianza’. A nosotros nos educaban a chicote, hoy eso es violencia”, recalca el entrevistado que es cortado por el periodista, porque está a punto de ingresar a un debate más profundo sobre la educación de antes, que utilizaba más mano dura.
Ya en los 90 las llamadas analógicas se cobraban por minuto, eso complicaba más a los galanes, porque ya no sólo enfrentaban al papá de la novia sino al propio, porque llegaban las altas cuentas y los castigos. En estos tiempos se puede chatear, hacer una llamada o videollamada con un costo mínimo. Una conferencia a Europa salía carísima en el pasado, hoy el costo es mínimo, sea para la comunicación con el vecino que está a metros de casa o con una persona que está al otro lado del mundo.
Una gaceta de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) define el ‘ghosteo’ como un “cruel hábito de abandono”. Y detalla que un día las notificaciones no paran de sonar, al otro han desaparecido por completo y la persona de interés ha eliminado de tajo toda vía de comunicación. Esa relación que parecía prometedora, se ha convertido sin aviso de por medio en una fuente de tristeza y depresión. “Es una adaptación del anglicismo ‘ghosting’ que hace referencia a convertirse en “fantasma”. Así lo explicó Claudia Ivethe Jaen Cortés, académica de la División de Estudios de Posgrado e Investigación de la Facultad de Psicología, en ese documento.
“Es una estrategia que utilizan tanto hombres como mujeres. Cuando uno tiene una relación, ya sea virtual o cara a cara, a través de las redes sociales, mensajes de texto o llamadas, puede romper con la pareja; en el ‘ghosteo’, al terminar una relación en la que se compartían afectos e intimidad, de pronto uno de los miembros bloquea a la otra persona, no responde sus mensajes ni llamadas sin dar explicaciones.”
Julián, estudiante universitario, lo define así: “Es cuando dos personas ‘están hablando’, tu sabes, hay onda o algo más, pero una de estas sólo lo está haciendo por un juego. También ocurre que cuando hay una relación, y una de las dos personas ya no siente lo mismo. En lugar de hablar, terminar, comunicarlo a la otra parte, la solución que encuentra es dejarle de hablar, y desaparecer: Ghostear”.
Para Ximena Calamani, también estudiante, “El ‘ghosteo’ tiene distintos ángulos. Puede aplicarse también a cuando una persona tiene problemas psicológicos que lo a la llevan a lastimar y confundir a la gente. Hay un momento en que el ‘ghosteador’ demuestra 100% de interés en la otra persona, es atenta, siempre está ahí, pero en determinado momento desaparece, simplemente no te habla más”.
Él o ella interrumpe, anula, y corta abruptamente toda la comunicación. No vuelve a responder mensajes ni llamadas y hay casos en los que incluso bloquea a la otra persona de Whatsapp y deja de seguirla en todas las redes sociales. “Listo, te ‘ghostearon’. En nuestra generación, las redes sociales son fundamentales. Si de hecho que una persona te deje de seguir en Instagram ya te hace pensar ¿qué pasó?, ¿qué hice mal?, ¿de qué se enojó?, imagina lo que se siente si se trata de esa persona especial que te bajó el cielo y la tierra y vos pensabas que era tu alma gemela, y te ‘ghostea’. Definitivamente duele en el alma”, cuenta Fernanda, estudiante de los últimos años de secundaria.
Las consecuencias
Julián asegura que es muy importante la “responsabilidad afectiva” para buscar el amor hoy en día. “Cuando una persona te empieza a gustar, y la otra persona empieza a enamorarse, a sentir cosas, y que de la nada desaparezcas sin explicación, eso le puede afectar de muchas maneras al otro/a, de hecho, vas a lastimar sus sentimientos y emociones. Jamás lo hice, no va conmigo lastimar a nadie así porque sí, no está bien. Tuve relaciones con varias personas, pero siempre, cuando yo quise terminar, lo hice hablando con ella. Eso es lo correcto. Nunca me ‘ghostearon’ tampoco”.
La experta Jean Cortés, de la Unam, subraya que las parejas más jóvenes tienen que ser “responsables afectivamente”, pues es sencillo ejercer violencia emocional mediante las redes sociales sin notarlo.
“Al aplicarlo (el ‘ghosting’) hay diferencias entre hombres y mujeres: ellos, en mayor proporción, lo realizan en las apps específicas para conseguir citas, como Tinder; ellas, lo hacen con mayor frecuencia en redes sociales –Facebook o WhatsApp–. De ahí que actualmente se hable mucho del término responsabilidad afectiva”, precisó la experta en su texto.
Ximena, por su parte, advierte que la persona que ‘ghostea’ “muestra mucha inseguridad, porque no se ve capaz de llevar adelante una relación y prefiere huir. O no está dispuesta o dispuesto a aceptar a la otra persona tal y como es. Mejor alejarse, mejor dejar de hablar. A mi me ha pasado, sí, se podría decir que no me ha afectado tanto, porque no soy de las que se acostumbra mucho a la gente. Salíamos, llegó a decir que no estaba seguro y hasta ahí, me dejó de hablar”.
No niega que le afectó, porque “te hace pensar ¿qué hice mal?, ¿en qué me equivoqué?, si me comporté de alguna manera que no era la apropiada. Ataca la autoestima, pero creo que la he llevado bien”.
Un amigo de Julián hablaba con una muchacha, estaba “completamente ilusionado y dispuesto a darlo todo, y ella lo ‘ghosteó’. Así, de un día para el otro. Esto lo lastimó mucho. Como consecuencia, le subió un poco más a la fiesta y a las bebidas alcohólicas. Además, cerró su corazón por mucho tiempo a ese tipo de experiencias”.
Ximena conoció el caso de una amiga a la que también le pasó, “pero ella entró en una depresión total. Su reacción era irse de fiesta y beber hasta no poder más. Estaba muy ilusionada, y el tipo desapareció, él sí la bloqueó de todo. Luego descubrió que tenía novia”. La muchacha afectada tuvo incluso que buscar ayuda con terapia.
Música que habla del tema
La agrupación argentina Kumbia Queers tiene una canción llamada ‘ghosteo’, que dice. “Hoy te quiero contar que me cuesta cerrar este espacio que abriste ¿Cómo vas a ‘ghostearme’ dos días después sin hablarme y decirme? Sin una explicación para este abandono virtual que me hiciste… Deberías saber que yo me preocupé, que me puse muy triste. Deberías saber, lo digo por tu bien, no se hace lo que hiciste”.
En la canción “Es lo que hay”, de Reik, la letra dice “Si no comunico, ‘ghosteo’, todo lo hago mal. Que darte tu espacio sería mejor si no es tanto cada día. Todo te irrita, ya es lo normal. Seamos honestos, somos felices. Solo es un mal momento. Lo intentas, lo intento. Y todo sale mal».
Ni el reguetonero Maluma se salvó. El portal sónica.mx, reseña que “Borró Casete” es una canción de reggaetón y pop latino, “que cuenta la historia de dos personas que se conocieron en un antro, donde tomaron algunas bebidas para llegar hasta la cama de un hotel. Lugar ideal para consumir su atracción en una noche de pasión”.
Pero, al día siguiente la mujer no recuerda qué fue lo que sucedió, ni quién es la persona con la que durmió. “Por eso, decide ‘ghostear’ a su ocasional pareja porque “es una chica con prestigio social que no puede darse el lujo de estar con cualquier persona. Es una rola ideal para las personas que fueron ignoradas por su ligue luego de su primera cita”.