El matrimonio está en crisis. José Luis y Martha tienen 52 años de casados y todavía caminan por la avenida Camacho de La Paz tomados de la mano. Pero, es cada vez más raro ver una escena romántica en personas mayores como ellos, porque a esa altura, una buena parte de las parejas de esa edad vive aún bajo el mismo techo pero en camas e incluso dormitorios separados. Mientras, los más jóvenes optan por la vía más sencilla, el divorcio.
Este hecho abre el debate, entre la iglesia evangélica e incluso las autoridades, que señalaron que demuestra que se han perdido valores y que la familia está en riesgo porque han alejado a Dios de su centro, versus sectores feministas que advierten que las mujeres ya no callan, y que ya no soportan malos tratos e infidelidades.
Del 2020 al 2023, los últimos cuatro años en Bolivia, en promedio el 30%, es decir, tres de cada 10 matrimonios que fueron inscritos legalmente acabaron en divorcio. A eso se suma que durante la pandemia del Covid-19, cuando las familias tuvieron que quedarse en casa y pasar 24 horas, siete días a la semana juntos y con los hijos, entre 2020 y 2021, las crisis familiares se desencadenaron. Como consecuencia de ello, la cifra de trámites para disolver la unión marital se disparó y subió al 40%, es decir, hasta cuatro divorcios, por cada diez conformados.
Los datos fueron proporcionados por José Alfredo Trujillo, el director del Servicio de Registro Cívico (Serecí). Según las cifras, en ese tiempo se casaron 146.528 parejas (31.469 en 2020, 36.311 en 2021, 48.440 en 2022, 30.308 en 2023). Mientras tanto, hubo 44.604 divorcios (9.173 en 2020, 14.208 en 2021, 12.034 en 2022 y 9.189 en 2023). Así, se hace un promedio del 30% (tres parejas de cada 10 se divorcian).
En Santa Cruz se registraron 39.704 matrimonios versus 10.075 divorcios en Santa Cruz (el 25%); contrariamente, en La Paz hubo menos matrimonios que en la región oriental, 38.716, pero más divorcios: 13.713 (el 35%). Y, Cochabamba tuvo 31.479 matrimonios y 9.127 divorcios (28%).
José Alfredo Trujillo, principal autoridad del Serecí, advirtió que en realidad es algo que “nos sorprende como autoridades, porque básicamente esto tiene que ver con una decisión que necesariamente está vinculada con los valores que se inculcan en casa”.
Advirtió que es mucho más fácil ahora acudir a la vía judicial y plantear un divorcio, así lo muestran las estadísticas. Los números revelan que se incrementan, especialmente en el eje troncal. “La misma ley prevé tres mecanismos: La anulación del matrimonio, el divorcio judicial y ahora el notarial, que facilita las cosas para las parejas que deciden separarse y no tienen ni hijos ni bienes, es muy sencillo y rápido, no dura más de un mes”, explicó.
El divorcio está “en ascenso a nivel nacional, así se observa. Hubo un pico en la pandemia, lo que demuestra que la convivencia más cercana entre cónyuges desgastó la relación con el encierro a tal punto que muchos decidieron separarse”. Y acotó, que “a criterio muy personal, insisto en que esto es cuestión de valores. Los instrumentos que facilitan esta salida, son más requeridas que insistir en una restauración familiar, terapia o consolidar un matrimonio que de pronto ya tiene hijos”.
Aseveró que “la familia como proyecto de vida se está devaluando. Es por ese motivo que nosotros hemos llevado adelante campañas de matrimonios masivos”.
De hecho, en 2022, alrededor de 30 parejas de novios se casaron en el Salar de Uyuni. Fue la primera unión de este tipo en este sitio y fue organizado por el Sereci. Esta iniciativa se realizó, un año antes, aún en medio de la pandemia en distintos puntos de Bolivia, para incentivar que las personas formalicen sus relaciones.
“Nosotros corrimos con los gastos del trámite, y lo hicimos precisamente para incentivar que las parejas se casen”.
Por su parte, Paola Gutiérrez, una visitadora social de la agrupación feminista Mujeres Creando, aseveró que hacer un análisis, reflexión y debate sobre los divorcios es un tema latente, emergente e importante en el país, “porque más allá de la importancia legal de la disolución de una pareja, en realidad el contenido social de lo que implica divorciarse va mucho más allá. Desde la lucha feminista, el divorcio fue una conquista, se logró con mucho movimiento a consecuencia de situaciones lacerantes de violencia”.
En Bolivia era prohibido divorciarse, asegura la experta. Ese hito se rompió en 1932, cuando se redactó una norma específica. “Fue incluso antes de la revolución de 1952. A la fecha está vigente la ley 603, que es Código de las Familias y del Proceso Familiar. Esta norma propició ciertas facilidades para el proceso”.
Explicó que antes de 2014, “era muy complejo y costaba mucho dinero enfrentar una demanda de este tipo, y ahora, de alguna manera, eso se ha agilizado en tiempo y costos”, acotó.
Para Mujeres Creando, el divorcio es un “contenido social que otorga a las mujeres una segunda oportunidad en cuanto a sus proyectos de vida, y apegándonos a las causas estructurales que lo provocan. La violencia a la familia es una causa latente; hechos de infidelidad, adulterio también. Intromisión de los familiares, sea de un lado o del otro, que influyen de forma negativa en la relación”.
Apuntó también que el simple hecho de que una mujer decida y tome la opción de separarse o divorciarse. es también muy legítimo”. Entonces, a consecuencia de todo esto, “tomando en cuenta de que nosotras trabajamos de manera directa el tema de la violencia machista contra las mujeres y por eso contamos con un servicio denominado Mujeres en busca de justicia, todos los días patrocinamos casos de separaciones y divorcios”.
Aún existe un estereotipo y un estigma muy fuerte, dijo, “marcado dentro de la sociedad en diferentes áreas, que tienden a ver y valorar de forma negativa este tema. “Por eso es que incentivamos otras miradas, apegadas en la historia, a la realidad, al futuro de las mujeres que provocan ese destino. Nosotros no rechazamos el divorcio, no es un delito, no lo cuestionamos”.
Por eso, este espacio que trabaja Mujeres Creando, de apoyo a las mujeres, se denomina precisamente “Festejo de los divorcios”. El pastor evangelista Roberto Zuleta, de la Iglesia Alcanzando las Naciones, aseguró que “el quitar a Dios del centro de la vida de una persona o de una familia, lleva a distorsionar valores, principios.
En nuestra percepción, esta lejanía hace que las familias relativicen estos valores que antes estaban muy afirmados y ahí se rompe el entorno familiar”. La Biblia, en Mateo 19, señala que ‘el divorcio se da por la dureza del corazón’, y ocurre porque deja de ver el matrimonio como un pacto sagrado. Tanto el feminismo como el machismo distorsionan el orden. Jesús es Dios, pero se sujeta al Padre y el Espíritu Santo es Dios, pero se sujeta a Jesús. Dentro del matrimonio existe un orden.
El hombre debe ser proveedor, la cabeza espiritual, y la mujer recibió la bendición de traer vida. El feminismo distorsiona eso, y si no piensas como ellas, “eres un machista o un misógino”, argumentó.