Hoy se recuerdan 13 años de la represión policial que sufrió la marcha indígena en la localidad de Chaparina, Beni. Esa movilización logró que el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis) sea partido en dos por una carretera. Esa octava marcha indígena de tierras bajas pedía la presencia del entonces presidente Evo Morales en su movilización, pero nunca llegó y solo mandó a ministros a intentar frenar la protesta. No lo lograron. La marcha cruzó desde Trinidad a La Paz y logró lo que buscaba.
La marcha ya tenía varios días de caminata y había pasado San Ignacio de Moxos y San Borja. También ya había negociado sin éxito con algunos ministros que mandó Morales. Carlos Romero, que era ministro de la Presidencia, y Walter Delgadillo, de Obras Públicas, eran los que más intentaron desinflar la movilización. No lo lograron. Entonces, esos días apareció una figura en el gabinete que se hacía ver como un mediador: David Choquehuanca, que era el canciller de Evo.
Su perfil indígena encajaba con la coyuntura. Choquehuanca llegó al municipio de San Borja para negociar. Las mesas de diálogo montadas entre el 14 y el 24 de septiembre de 2013 fracasaron, mientras la caminata indígena era bloqueada por los llamados colonizadores, hoy interculturales.
Choquehuanca no pudo calmar los ánimos de la marcha, a pesar de que llegó a la movilización con el cartel de un diálogo de “indígena a indígena”. Lo único que hizo es seguir el libreto de Romero y Delgadillo y del propio Morales. “El Órgano Ejecutivo somos un solo cuerpo”, dijo Choquehuanca en medio de la negociación con los indígenas, al tiempo que negaba que su papel sea el de un mediador y anunció que no llevaba una agenda distinta a la presentada por sus colegas de gabinete.
En la comunidad de Limoncitos, punto intermedio entre los municipios de San Borja y Yucumo, en territorio beniano, Choquehuanca dio encuentro a la columna de marchistas. Un agrío debate se había soltado. El canciller no cedía y los movilizados no daban un paso atrás. Más allá estaban los colonizadores, afines a Morales, que bloqueaban la marcha indígena. Choquehuanca decía que ellos también tenían derecho a protestar y que no podía hacer nada.
Eso molestó a los indígenas, por lo que decidieron agarrar a Choquehuanca y obligarlo a caminar junto a ellos con la intención de romper el cerco policial y el bloqueo de los colonizadores. Junto al canciller fueron también obligados a caminar las exautoridades Wilfredo Chávez y César Navarro, ambos ahora afines a Evo.
Tres horas duró la caminata en medio de forcejeos en el intento de los marchistas de llegar hasta Yucumo. A la altura de San Miguel de Chaparina, finalmente Choquehuanca logró su liberación y la marcha instaló allí sus carpas. La movilización descartó que esa acción haya sido un secuestro. Luego se conoció que había policías infiltrados que estaban agarrando al canciller.
La brutal represión
La mañana del 25 de septiembre de 2011 la marcha había decidido descansar. Estaban en Chaparina y algunos marchistas se dedicaron a lavar ropa. Otros solo se quedaron en sus carpas. Otros solo jugaban con sus niños o cocinaban para las ollas comunes.
Llegó la tarde de ese día y la marcha fue sorprendida. Madres, ancianos, adultos, jóvenes y niños fueron reprimidos violentamente por la Policía. Al menos 500 uniformados participaron del operativo. Los efectivos rodearon el campamento y lanzaron gases lacrimógenos, lo que desató el caos entre los indígenas.
“(Los policías) nos echaron gases, tuvimos que disparar (huir), pero luego nos agarraron. Cuando me agarraron estaba con otra hermana. No podía creer que así habían ordenado a los policías que nos agarraran, que nos dieran palo, nos gasificaran y amarraran. Luché bastante con un policía. En ese forcejeo mi chinela se soltó, me caí, me levanté, quise escapar, pero ya me agarró de mi camisa para tumbarme. Ahí también luché, pero vino otro policía y me patearon en el suelo. Ahí me agarraron de pies y manos. Me agarraron porque les gritaba que algún día el Gobierno iba a pagar por las cosas que nos estaban haciendo”, relata Miriam Yubanore, quien en ese entonces era vicepresidenta de la Central de Pueblos Étnicos Mojeños (CPEM).
Fernando Vargas, que era el presidente de la marcha, recuerda que ese día la Policía los sorprendió y rápidamente empezó a lanzar gases lacrimógenos. El dirigente indígena cree que la intención era “acabar” con los líderes de la movilización.
“Nos sorprendió mucho que había aumentado la cantidad de policías, eran más de 500. Estábamos en San Miguel de Chaparina y planificando lo que iba a ser los siguientes días. Teníamos cerca a los colonizadores y había temor por enfrentamientos, pero de inmediato sentimos olor a gas y la movilización policial nos sorprendió. A mí me patearon, me pegaron y me agarraron como un bulto. Por eso digo que querían matarnos”, reclama Vargas.
El dirigente indígena lamenta también que hasta ahora no se haya hecho justicia por esta brutal acción policial. “Evo Morales nunca fue investigado por este caso. Sacha Llorenti (que era ministro de Gobierno) fue apartado del caso a pesar de que los acusados lo apuntaron como el que dio la orden. Álvaro García también nunca fue procesado. Entonces, los que gozan del poder están libres de ser investigados. Solo les digo que ese día para nosotros fue un día de muchas penas porque patearon a nuestros niños, a nuestros abuelos”, lamenta Vargas.
A muchos indígenas los subieron a buses y camionetas, incluso se denunció que varias personas estaban sin ropa, maniatadas y boca abajo, apiladas unas sobre las otras, para ser llevadas hasta el aeropuerto más próximo.
Después de la represión de Chaparina, parte de los marchistas fueron llevados a Rurrenabaque y otros huyeron a San Borja. Seis días después, los indígenas, pese a estar lesionados, retomaron la caminata desde Quiquibey.
Yubanore recuerda que en el curso de la marcha se pidió la presencia de Evo Morales para que dialogue con los movilizados. El presidente no les hizo caso y solo mandó a algunos ministros. “nosotros insistimos en pedirle que baje a la marcha a dialogar. Si hacía caso tal vez la historia hubiese sido otra o tal vez no”, dice.
Vargas también dice que entre el trayecto de San Ignacio de Moxos y San Borja se había pedido la presencia de Morales, ya que lo veían como una persona indígena que tal vez podía entender sus demandas. “No nos hizo caso para nada. Es más, él mismo negó que iba a ir a la marcha”, recuerda.
Ahora, la situación para Evo es casi similar. Él encabezó una marcha contra el gobierno de Luis Arce y pidió iniciar el diálogo con la presencia del mandatario. No le hicieron caso, pero esta vez su columna no sufrió una brutal represión policial.