Al salir de la carretera Bioceánica (Ruta Nacional 4) e ingresar a la avenida que conduce al centro de la localidad de San José de Chiquitos, un niño apostado debajo de un árbol agita un galón vacío, como señal de que vende algún combustible a granel.
Muchos conductores que regresan de la frontera con Brasil o de Roboré, luego de un paseo de fin de año, están desesperados por el combustible, ya que en toda la ruta, de más de 600 kiómetros, no se encuentra fácilmente o se debe hacer colas de más de un día para llenar el tanque.
Y, efectivamente, no hay gasolina en los tres surtidores de San José, uno de propiedad de YPFB. “Mañana (por el lunes) recién va a llegar gasolina y diésel”, dijo un operador del surtidor de la estatal petrolera, donde solo se podía cargar gas natural vehicular.
Algunos conductores no tuvieron otra opción que acudir al niño apostado debajo del árbol para hacer la pregunta de rigor: “¿Tenés gasolina?” y éste, con su tierna voz, pero firme, responde: “Hay gasolina, a 15 bolivianos el litro. Solo tengo 20 litros. Si me compra los 20, se lo puedo dar a 10 (bolivianos)”, dijo para apurar la venta. Un conductor no tuvo otra opción que comprar los 20 litros para su vehículo todoterreno.
Similar panorama se puede ver en casi toda la ruta hacia Brasil. Desde Pailón hasta Puerto Suárez, las filas de camiones, tractores y hasta vehículos con pequeños tanques para cargar diésel, pueden llegar a medir hasta un kilómetro. Algunos tienen que esperar hasta dos días para cargar, según testimonios recogidos el pasado fin de semana por EL DEBER.
La Agencia Nacional de Hidrocarburos informó que el país cuenta con un stock de combustible de cinco días en las diferentes plantas de almacenaje, por lo que la provisión está garantizada a pesar de la alta demanda generada por las fiestas de fin de año. “Hemos iniciado la gestión 2025 con volúmenes importantes en el despacho. Sabemos que hay, por fin de año e inicio de gestión, una sobredemanda porque la población sigue viajando, sigue transitando a diferentes provincias”, aseguró Germán Jiménez, director de la ANH.
Según la autoridad, en las plantas de YPFB hay más de 4 millones de litros de gasolina y más de 4 millones de litros de diésel y que las importaciones se desarrollan con normalidad.
Analistas en hidrocarburos han asegurado que la escasez de combustibles en Bolivia continúa y se prevé que empeore si no se cambia la política energética.
Control a medias
El nuevo surtidor de Tres Cruces, a unos 120 kilómetros de la ciudad de Santa Cruz, es uno de los pocos en los que se pudo observar resguardo militar para evitar el desvío de combustibles para revender en el mercado negro o para otras actividades ilícitas.
En el surtidor de YPFB de San José de Chiquitos, por ejemplo, existe una fila exclusiva de galones que esperan que se normalice la venta, para comprar y revender. En el surtidor de ingreso, en la zona oeste -también de San José- no hay filas de galones, pero sí de remolques con pequeños tanques de hasta 2.500 litros, fabricados por menonitas, que aguardan su turno para cargar.
En Roboré, de los dos surtidores que operan en esa localidad, solo el de YPFB vendía gasolina el domingo, pero la fila de vehículos podía sumar hasta 500 metros.
Los conductores de vehículos pesados que esperaban en el surtidor del frente para cargar diésel protestaban porque el cisterna que llegó con 30 mil litros, solo alcanzó para vender por cuatro horas.
En Puerto Suárez, la situación por el diésel es más complicada. Camiones con carga internacional esperaban el sábado la llegada del diésel, en una fila que superaba el kilómetro. A raíz de la lluvia que cayó el fin de semana, algunos quedaron atascados en el lodo. Juan Yujra, dirigente del Transporte Pesado de Santa Cruz, dijo que en esa frontera se tiene que esperar hasta ocho días por diésel. Anunció la realización de un ampliado nacional para evaluar nuevas medidas de presión.