Dos pilotos y dos tripulantes de cabina coincidieron en cinco vuelos de Ecojet este sábado
Fernanda Guzmán (35) y Jackelín Milán (39) condujeron el sábado cinco vuelos de ruta nacional a bordo de un avión cuatrimotor (de cuatro motores) de la flota de Ecojet. Mientras que Leslie Vargas (33) y Emilia Flores (21) estuvieron en cabina, por lo que la nave voló a cargo de una tripulación completamente femenina.
El hecho pasará a la historia como un hito en la aeronavegación cuatrimotor de Bolivia, asegura el gerente de Recursos Humanos de Ecojet, Carlos VIilar, y como era de esperarse, no pasó desapercibido por los pasajeros que en la última ruta, tras abrirse la puerta que separa la cabina de vuelo del resto del avión, las vieron y aplaudieron hasta emocionar a las cuatro jóvenes profesionales.
Cada una ha volado sinnúmero de veces, pero fue la primera vez que coincidieron. Fernanda, que es la primera comandante boliviana de un cuatrimotor, reconoció que ese fue un momento histórico para todas las mujeres que luchan para ser conocidas en sus campos: «Somos capaces de trabajar en equipo y lograr algo extraordinario. Este (el hito que marcaron) es un mensaje poderoso que dice que las mujeres podemos estar donde queramos estar, con pasión, compromiso y dedicación».
Mujeres comandantes bolivianas ha habido de diferentes tipos de nave, pero de un cuatrimotor, Vilar está totalmente seguro que solo Fernanda.
Ella considera que lo del sábado fue un logro para su vida personal y profesional. «Los pilotos siempre aspiramos a ser comandantes y gracias al apoyo de mi familia y la empresa he logrado dar esta gran paso en mi carrera», expresó en la conferencia de prensa que se tuvo que dar, luego de que el suceso causó revuelo.
Todas tienen algo en común, rompieron el techo de cristal, creyeron en sí mismas y han logrado equilibrar su vida, que transcurre mitad del tiempo en el cielo y la otra mitad en suelo firme, junto a la familia, una fórmula que es muy difícil, pero no imposible.
También sostienen que volar es una de las actividades más seguras que hay; y que ellas están bien preparadas para cualquier eventualidad.
Las historias de la tripulación femenina
Fernanda es la primera comandante boliviana de un avión de cuatro motores / Ecojet
Fernanda Guzmán tiene una hija, por lo que equilibrar el tiempo entre la familia y el trabajo es algo complicado. «Los horarios de mi profesión son bastante particulares, pero como es algo que me encanta, me doy modos para trabajar y compartir con mi familia», cuenta y revela que siempre recibió mucho apoyo de su mamá desde el día en que le dijo que quería estudiar aviación. «Si lo tuviera que elegir de nuevo, lo volvería a hacer», dice sin rodeos.
Fernanda ha volado en Chile en 2022, y fue la primera mujer que ha aterrizado en la Antártida, cuenta ella.
Jackelín y su pequeña familia
Jackelín Milán se va hoy a Italia, a donde va cada seis meses a un simulador de vuelo, donde es calificada y también preparada para saber cómo actuar ante cualquier eventualidad. Estará por una semana, lo que significa siete días separada de su bebé.
Pero no es la primera vez, el año pasado tuvo que ir dos meses después de haber dado a luz. Para ella ese fue el momento más crítico. «Mi hijo era tan pequeñito y yo tenía que continuar con mi carrera, pero gracias a Dios siempre he tenido el apoyo de mi esposo que me dijo que podíamos lograr nuestros sueños mientras nos tengamos. Así fue como él sacó una vacación y se quedó con mi hijito mientras yo iba a perseguir mis sueños», confiesa sabiéndose afortunada.
También es privilegiada porque es consciente de que es parte de un pequeño grupo de mujeres que son pilotos en Bolivia. «Espero que nuestra historia inspire a muchas más. Estoy muy orgullosa de haber coincidido con un equipo tan talentoso y comprometido», resalta esta joven que antes de ser copiloto fue tripulante de cabina (tres años en Aerosur y tres años en Qatar Airways) y antes de ello, abogada.
Estando en Qatar vio que realmente amaba volar, entonces asumió que el siguiente paso era subir a comando. «Trabajé esos tres años, ahorré el dinero para hacer la escuela de aviación y me volví a Bolivia para lograr mi sueño». Fue una verdadera apuesta porque entonces no tenía mucho apoyo, pero tenía lo más importante: creía en ella misma.
Leslie y su pequeño admirador y principal motivación
Leslie Vargas es ingeniera aeronáutica y también jefa de cabina. Además es madre de un menor de cinco años. Equilibrar la vida laboral con la familiar es un desafío al que se enfrenta todos los días. «La verdad es muy complicado, pero el amor a volar, a tener una vida tan movida, no rutinaria, es lo que me hace sacar fuerzas para poder ser jefa de cabina y mamá al mismo tiempo». Su hijo la admira, sabe que tiene una mamá que tiene que volar y estar en otros lugares, pero es su principal apoyo y motivación.
Ella es la encargada de firmar documentos, de dar conformidad a un vuelo y si hay algún problema, la tripulación de cabina se dirige directamente a ella. «Yo veo cómo solucionarlo, soy la encargada la seguridad del vuelo dentro de la cabina», explica.
Y eso incluye lidiar con pasajeros complicados, que es algo que ven bastante seguido. «Se aprende a manejarlos con la experiencia, poniéndose en el lugar de ellos. Normalmente los pasajeros molestos están así porque hubo alguna demora o cancelación de vuelo. Entonces, cuando suben, tal vez se desquitan con la primera persona que ven, que somos nosotros».
Su estrategia es darles siempre la razón, mantener la calma y la paciencia, sin que eso signifique permitir que les falten al respeto.
Leslie una vez tuvo un pasajero al que cree que le estaba dando un ataque al corazón, pero pudo sobrellevar la situación porque había una médica a bordo. Lograron que el pasajero viaje lo más seguro y confortable posible hasta que llegaron a destino y una ambulancia se lo llevó.
Su filosofía de vida ha sido: «si nos preparamos podemos llegar muy lejos».
Emilia con su mamá, abuelito y tío, que son su apoyo
Emilia Flores es tripulante de cabina. Lo primero que dijo luego del vuelo del sábado es que es un honor compartir con sus otras tres colegas y demostrar que «la aviación no es solo para varones»
Terminó el colegio y estudió para tripulante de cabina. Cuando se le pregunta qué la hizo elegir la profesión que tiene, lo primero que se le viene a la mente son sus recuerdos de niña, ya que desde bien chica viajaba como menor acompañada, entonces siempre admiró la amabilidad con la que los tripulantes trataban a los pasajeros y le pareció un sueño llegar a ser algún día uno de ellos.
Cuando creció y le tocó elegir una profesión pensó que su mamá, al saber que sería parte de una tripulación aérea, le iba a decir: «¿estás loca?, estudia algo normal, pero más bien me apoyó un montón, ella y mis abuelitos».
Se puede decir que conoce todo Bolivia, al menos sus capitales, con excepción de Cobija.
‘Emi’ confiesa que está en el aire casi cinco días por semana, a veces hasta seis, pero su plan de vida fue tener esta profesión y cuando le toque tener familia, las cosas se irán acomodando.
Ecojet
La línea aérea Ecojet tiene 11 años de funcionamiento. Tienen 22 tripulantes de comando y casi la misma cantidad de tripulantes de cabina. La diferencia entre cabina y comando es que este último está al mando del avión (piloto y copiloto).
Fernanda y Jackelín son las únicas mujeres en comando. Carlos Vilar, gerente de recursos humanos de Ecojet, asegura que están muy orgullosos de tener entre sus colegas a estas cuatro profesionales que están desvirtuando el estigma de que hay profesiones que son solo para hombres.
Y adelanta que el vuelo del sábado, con seguridad, se va a repetir. «Vamos a tener muchos más vuelos donde su solvencia e idoneidad profesional están garantizadas sin mayor esfuerzo. Me encanta que la empresa fomente la igualdad de género y pueda tener este personal que hace de su vida en el aire y en tierra, un ejemplo. Tienen el mismo potencial, conocimiento y habilidades que cualquiera de sus pares dentro y fuera del país».