Maestros urbanos ven en el Congreso Plurinacional de Educación, que se desarrolla en Tarija, la oportunidad de implementar cambios profundos en el sistema educativo para evitar un desfase en el conocimiento y aprendizaje de los estudiantes que se refleja en las deficiencias de la compresión lectora, ya que en el país solo ocho de cada cien estudiantes de sexto grado comprenden lo que leen.
Los datos forman parte de un diagnóstico presentado por el sector como respaldo a las propuestas que se están debatiendo en el congreso, en el que se analizan ajustes a la Ley 070 Avelino Siñani-Elizardo Pérez, vigente desde hace 14 años.
Pese a los cuestionamientos por la limitada participación de los docentes, los dirigentes del sector urbano resaltan que, después de más de una década, el Gobierno se abre a debatir reformas a la ley educativa y reconoce que la calidad de la educación no será posible sin establecer estándares más exigentes al proceso de enseñanza.
Patricio Molina, dirigente de la Confederación de Maestros Urbanos, critica que por ahora las soluciones propuestas por el Gobierno sean solo “parches”, por lo que la única alternativa de cambio estructural proviene de los maestros urbanos, quienes plantean reformas profundas en el currículo, la gestión educativa, la formación docente y el presupuesto.
La propuesta de los maestros urbanos se basa en un diagnóstico de la educación, que establece que, de 100 estudiantes de sexto, 92 tienen dificultades para comprender lo que leen. “Esto es realmente grave”, dice Molina.
Ante esta realidad, plantean un plan quinquenal enfocado en alcanzar los logros básicos de aprendizaje, como comprensión lectora, razonamiento verbal y matemático, y la escritura correcta. El objetivo es que, al cabo de cinco años, entre el 50% y 60% de los estudiantes alcancen niveles adecuados en estas áreas fundamentales, lo que les permitirá explorar disciplinas más avanzadas como la robótica, el arte y la investigación.
“Debemos alcanzar de la media para arriba de los estándares internacionales y garantizar que los estudiantes tengan las herramientas necesarias para enfrentarse al mundo”, manifiesta Molina.
También observan que para el bachillerato técnico humanístico no se logró cubrir ni el 40% de ítems que se necesita, ni el 15% de infraestructura y equipamiento para dictar las carreras técnicas de manera real. “
Ahí encontramos un elemento totalmente fallido del modelo educativo. Hay que hacer cambios estructurales, porque si en este congreso no logramos nada, saldremos a las calles desde el mes de febrero”, advierte.
Por su parte, el ejecutivo de los maestros urbanos de Santa Cruz, Osmar Cabrera, destacó que entre las propuestas presentadas se incluye la necesidad de garantizar infraestructura educativa adecuada, abarcando desde la asignación de ítems hasta la provisión de materiales.
Coincide en que, entre las falencias que se enfrenta, está la lectura comprensiva y el razonamiento lógico matemático, por lo que señalan que se oponen a realizar cualquier “parche a la ley educativa”, toda vez que se necesita hacer cambios profundos, dado que la norma no ha sido revisada desde que promulgó, pese a que cada cinco año se debe hacer una evaluación.
Presupuesto insuficiente
“Somos el penúltimo país con la inversión más baja en dólares por estudiante, eso se refleja en la falta de infraestructura, de equipamiento y de ítems”, apunta Molina.
Indica que el Estado invierte aproximadamente $us 1.100 por estudiante de primaria o de secundaria de forma anual, pero países vecinos están entre los $us 3.500, 5.000 y 6.000.
En educación superior se tiene un gasto de aproximadamente $us 6.000 en países de Latinoamérica, pero Bolivia no tiene registro.
El profesor Molina explica que, en países como Corea del Sur, con una inversión más alta, un maestro tiene 25 alumnos por curso y, cuando tres o cuatro logran récord en el aprendizaje, el director pide al maestro que presente un informe y sustente la excelencia de esos estudiantes. “Se concentran en esos estudiantes, sin dejar de lado a los otros, pero se abocan a potenciarlos”, dice.
Mientras que en Bolivia pasa todo lo contrario. Un profesor que tiene 35 estudiantes y reprueba a cuatro o cinco “enfrenta una persecución administrativa”, porque le piden informes, actas con reuniones de padres de familia y que le dé otras oportunidades. Esto hace que el maestro deje de lado a los estudiantes que podría potenciar.
Según Molina, cuando un estudiante reprueba el profesor incluso enfrenta demandas penales. “El maestro está apuntado con lanzas por todos lados si quiere poner un poco de disciplina”, cuestiona.
Los maestros esperan poder introducir estos cambios, aunque denuncian una alianza entre el Ministerio de Educación, sectores sociales y maestros rurales para imponer la propuesta oficial, que deja solo al sector urbano.