Por Álvaro Salazar
De lunes a domingo, los 365 días del año, manos incansables se ocupan por toda la Región de Murcia, España, de que los comensales bolivianos no extrañen nuestros platos típicos.
Y es que, en Murcia, como en otros puntos en el extranjero donde nuestra comunidad es numerosa, es casi obligatoria la existencia de restaurantes bolivianos con un amplio menú para elegir, según el estado de ánimo y el motivo de celebración. Se encuentra desde un simple almuerzo hasta un festín con las recetas que cruzaron el Atlántico para ser preparadas y servidas en la península.
Desde unos anticuchos o tripitas los viernes por la noche, a platos más elaborados como el silpancho, el pique macho o el lechón, los fines de semana, reinan por todo lo alto. Los domingos por la mañana hay variedad de salteñas para encargar.
Entre semana el clásico almuerzo con sopa y segundo no falta, aunque en la dieta mediterránea local, tremendo festín al medio día es impensable, y mucho más en verano, cuando el calor puede sobrepasar los 45 grados. Se puede saborear una sopa de maní, de trigo, el chairo, o cualquier otro, acompañado de su segundo con poderosa guarnición.
Recetas como el majao, el keperí o el locro son ejecutadas a la perfección. En cualquier caso, entre semana, propios y extraños pueden deleitarse en restaurantes como Taquiña, Panamericano, Dávila, La Gaviota, Las Delicias Bolivianas o La Bendita Terraza.
Los fines de semana la oferta es más amplia y locales que permanecen cerrados, como Urkupiña o D’Gusten, Los Valientes, Santa Cruz 43, Rubio Merendero o Kantuta en la ciudad de Murcia, (hay otros en poblaciones cercanas como Totana, Lorca o Caravaca), abren sus puertas.
En muchos casos los clientes viajan kilómetros y kilómetros para no quedarse sin mesa y disfrutar de platos a la carta como el escabeche, charque, picante mixto, chicharrón o pique macho, algunos de los más populares y demandados.
En ningún caso se olvidan ingredientes importantes y propios como la tunta, el chuño, la quilquiña para la llajwa o los refrescos como chicha y mocochinchi
Cada uno de los propietarios de los distintos locales tiene una suculenta historia de tradición, migración, y trabajo interminable de lunes a domingo, sería injusto profundizar solamente una o dos dejando de lado al resto, pero si podemos afirmar que la comida cochabambina es una de las que destaca.
Uno de los locales que llama gente de muchos kilómetros a la redonda, incluso de otras comunidades autónomas es el restaurante Urkupiña, de Marcial Tuco y Sandra Sahonero, siempre buenos y pacientes anfitriones aunque los clientes y los pedidos trepen por las paredes o caigan del cielo como un diluvio, ellos no perderán la paciencia al atenderte.
La pareja llegó de trabajar en Puerto Madero ( Cochabamba) hace casi 20 años, y desde entonces su oferta culinaria es imparable. Habiéndose trasladado de local un par de veces en todo este tiempo, poseen una clientela consolidada. Lo mismo ocurre con el resto de los dueños y dueñas de los otros bares y restaurantes, ya que cada uno tiene sus particularidades.
Hay historias detrás del sabor
Con 27 años y la carrera de periodismo concluida, Paola Gonzales y su pareja, Jainer Arauz, están al mando de uno de los restaurantes más populares entre la comunidad cruceña y boliviana de la ciudad de Murcia, España. Además, uno de los más elegantes y atractivos para pasar un agradable rato entre familia o amigos.
Bendita Terraza hace alusión a los espacios al aire libre habilitados por los restaurantes para disfrute de comensales y turistas, en donde se mezclan cañas (cerveza), tapas (comida para picar), y charla.
Curiosamente en este caso, la Bendita Terraza tiene reservada la parte más acogedora en el interior de su espacio al público, en el que se ofrece de lunes a domingo, un menú que mezcla lo mejor de la carne a la brasa, con algunos toques de recetas bolivianas, lo que la ha hecho conocida entre un público variado.
En la Bendita Terraza trabajan unas nueve personas. Sus jóvenes propietarios son la segunda generación de inmigrantes que llegaron hace unos 20 años, con el tiempo, casi toda la familia de Paola se asentó en Murcia, unas 35 personas (entre tíos, primos, sobrinos, etc), los parientes más próximos de ella son su hermano de 16 años, su madre y su padrastro.