La Dirección Antidrogas (Dirandro) de Perú tiene la sospecha de que las 7,2 toneladas de cocaína incautadas en el puerto del Callao salieron como pasta base del Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem). La Policía del vecino país sospecha que ese cargamento salió de la selva peruana a un laboratorio de cristalización en Bolivia. Luego de convertirlo en clorhidrato de cocaína se transportó al puerto chileno de Arica.
“Este caso confirma que el Perú es un proveedor de cocaína a escala global”, señaló una fuente antidroga al diario peruano La República. “En consecuencia, debemos enfrentar como corresponde a estas organizaciones criminales de gran dimensión para evitar que nos desborden”, continuó la fuente policial.
A Bolivia no solo ingresa desde el Perú la pasta base de cocaína por diferentes rutas ilegales. También entra la hoja de coca que es sembrada en el Vraem y en otras zonas de la selva peruana.
La hoja de coca peruana tiene un costo más bajo que la boliviana y se convirtió en la materia prima preferida para la elaboración de cocaína. Esta hoja ingresa al país por al menos diez rutas y son siete municipios de los departamentos de La Paz y Pando que la reciben para luego trasladarla a otras regiones, principalmente al trópico de Cochabamba y Beni.
Coca peruana en Bolivia
En el Viceministerio de Defensa Social existen informes de los municipios que reciben de contrabando la coca peruana: Desaguadero, Copacabana, Puerto Acosta y Pelechuco, en La Paz; Cobija, Filadelfia y Puerto Gonzalo Moreno, en Pando.
En estos municipios la coca peruana se queda por poco tiempo. Los paquetes ingresan en buses, vehículos y hasta por las lanchas, en la zona del lago Titicaca. Los contrabandistas utilizan vías alternas y omiten los controles.
Estas mafias son grupos de bolivianos y peruanos, que camuflan el producto en bolsas de yute, nailon y cartón, entre otros, con la intención de duplicar ganancias. Sus mejores clientes son los narcotraficantes que están asentados en el trópico de Cochabamba y también en zonas rurales del Beni.
Además, la Policía peruana también coordina con su similar de Bolivia tareas sobre capos peruanos que se asentaron en territorio boliviano. La Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico (Felcn) identificó a proveedores de cocaína peruanos asentados en el Vraem, quienes obtienen documentos falsos bolivianos para evitar su verdadera identificación.
Según informes de Dirandro, la mayoría de estos capos peruanos, que son los que tienen nexos con mafias bolivianas y brasileñas, radican en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra con identidades falsas. Algunos se dedican al sector de la inmobiliaria y también a la agroindustria.