Guadalupe Torrez en su histórica participación en las Olimpiadas /Foto AFP
Cuando faltan unas pocas horas para el arribo de Guadalupe Tórrez Tórrez (23) a suelo cruceño, luego de su participación en las Olimpiadas de París, donde tuvo una destacada actuación en los 100 metros planos femeninos, marcando un hito histórico en el atletismo boliviano, EL DEBER dibuja este perfil de la velocista, en base a las revelaciones y las historias que de ella cuentan sus allegados.
Nueve relatos de amigos, compañeros, profesores y familiares permiten aproximarnos lo más fiel posible a quién es esta mujer de piel cobriza y larga melena, humilde, trabajadora y orgullosa afrodescendiente. Hoy por hoy es la heroína de sus compañeros de entrenamiento en la Villa Olímpica Abraham Telchi.
‘Lupe’ tuvo una destacada actuación en París y aunque no pudo mejorar su récord personal (11,57 segundos) en la primera ronda de la competencia, no se le puede reprochar el no haber dejado todo en la pista. Su valentía frente a las mejores velocistas del mundo fue indiscutible, y quedó en un octavo lugar (en un tiempo de 11, 68 segundos).
Carmelo Suárez, su entrenador hace siete años, destaca que fue la tercera de 36 países en la fase preliminar, tercera entre las sudamericanas que estuvieron en estos juegos y que ostenta la mejor marca personal a nivel del mar.
Suárez no le cobra un solo peso por entrenarla, y no lo hace «porque ser atleta en Bolivia es muy difícil, porque hay que pagarse todos los gastos, pasajes a competencias nacionales, hotel, comida, material de competencia, zapatillas especiales (pueden llegar a costar Bs 1.500) y otros».
La jovencita que empezó su idilio con el atletismo practicando sus zancadas sobre los mosaicos del parque El Arenal, a la vista de comerciantes ambulantes y los pasajeros de micros que van hacia el mercado Los Pozos, es ahora una mujer profesional fuerte, con gran desempeño y rendimiento, que no ha tenido nada regalado, sino que se lo ha sabido ganar metro a metro.
Si se puede resumir su esencia en pocas palabras, estas serían: alegría y trabajo duro. Y es que Guadalupe está acostumbrada a hacer muchas cosas al mismo tiempo, tanto es así que los que bien la conocen no se logran explicar cómo puede con todo.
Entrena a diario, hasta hace unos meses acudía a la universidad y trabajaba en su tesis (se graduó de Nutrición en febrero), estuvo a cargo de un consultorio móvil desde donde impartía asesoramiento nutricional gratuito a otros atletas -sabe mejor que nadie que no alcanza el dinero para darse ese lujo-, hizo prácticas en el hospital San Juan de Dios y por si fuera poco, por las noches de los fines de semana trabaja como anfitriona de Show de Mier.
Logró salir profesional gracias a una beca de la Universidad Evangélica Boliviana (UEB) y estudió algo que le sirve de complemento a sus aspiraciones deportivas: Nutrición y dietética. Sus otros hermanos han estudiado en la universidad estatal.
Además es de perfil bajo, en la pista de carreras en la Villa Olímpica todos coinciden en que es muy sencilla, su fama no la ha cambiado ni un centímetro. Ni siquiera había presumido a sus colegas de trabajo que iría a París, como representante nacional para las olimpiadas.
En Show de Mier trabaja como anfitriona, es una de las caritas sonrientes que reciben al público y guía a cada quien en la ubicación de su mesa.
Desde su modesto hogar en el séptimo anillo de la Virgen de Luján, Guadalupe empieza su jornada bien temprano. Su hermana mayor, Lucero, da fe de ello. «Cuando yo me estoy alistando para ir a trabajar ella está regresando de entrenar». Claro que eso depende de qué momento del año es y qué competencias tiene en agenda. Por lo general, ‘la mujer más veloz de Bolivia’ entrena entre dos y cuatro horas al día. Previo a su participación en las Olimpiadas de París, lo hacía en la Villa Olímpica por las tardes.
De ascendencia afroamericana gracias a su mamá, ‘Lupe’ «nació con estrella», dice su profesor de Educación Física, Óscar Muñoz, que fue quien descubrió sus dotes en el Liceo de Señoritas Monseñor Santistevan. En ese entonces (2015) era gimnasta y fue el profe Muñoz el que descubrió su potencial y la presentó con el que es su actual entrenador. Ahí empezó esta historia de superación que nos puso a todos los bolivianos a soñar.
Empezó corriendo sobre los mosaicos de El Arenal
Profesor de Educación Física, Óscar Muñoz
«Guadalupe siempre ha sido una señorita muy disciplinada, muy buena alumna, muy educada, con muchas virtudes. La recuerdo con mucho agrado», es lo primero que dice el profe Óscar Muñoz. Cuando la conoció ella practicaba gimnasia, y es que en realidad, siempre fue atlética, muy capaz para realizar cualquier el deporte.
«Estando aquí (en el colegio) nos inscribimos en competencias nacionales, yo tenía esa esperanza de que gane, pero no, no ganaba. Fueron dos años así, hasta que le dije, ‘Lupe, no es lo mismo que practiquemos acá -en el colegio no había suficiente espacio, y por eso lo hacían en El Arenal- tienes que ir y entrenar en serio, es decir, en una pista real».
Así ‘Lupe’ empezó a entrenar y a los meses ya había batido récords y estaba viajando a todos lados.
Cuando se le pregunta ¿qué sintió cuando la vio bajo la bandera tricolor compitiendo en las olimpiadas? El profe confiesa su orgullo y alegría: «Me siento feliz de que ya haya llegado hasta esa instancia y creo que puede ir más lejos con suerte y disciplina».
También el profesor confiesa un rasgo que ha sido distintivo en Lupe. «Yo les hablo siempre a mis alumnas, les digo que tienen potencial, pero no persisten. Practican al calor de una competencia, pero no se quedan, lo hacen por el momento, para tener su nota, mientras que Lupe ha sido perseverante».
Desde el liceo de señoritas Monseñor Santistevan el profesor Óscar le pide que no se olvide del colegio, que ella es un orgullo para ellos, y también, modestia parte, siente satisfacción por ser quien la descubrió.
Su familia la admira porque «ella puede con todo»
Guadalupe pertenece a un hogar lleno de deportistas, pero ella es la única que se dedica a ello a nivel de competición. Hija de una ama de casa, Ceferina Tórrez, y un mecánico industrial jubilado, Víctor Tórrez, «es y siempre será la chiquitita de la casa», según cuenta su hermana Lucero.
Justo para la competencia en París, a la familia se les cortó el cable de televisión y tuvieron que conformarse con seguirla desde sus teléfonos. » Yo tenía un nudo en el estómago, no imagino cómo estaba ella, con el peso de hacer una buena representación para su país. No me gustaban los comentarios negativos en las redes sociales contra los cuatro deportistas bolivianos que fueron a París», confiesa ‘Lu’.
Por su parte, la atleta estaba eufórica, así se los hizo saber. «Es la primera vez que compite así, y estaba muy cerca de romper su récord. Pensé que solo nosotros, la familia y amigos cercanos, íbamos a estar despiertos en la madrugada para verla, pero nos sorprendimos de que muchos lo hicieron para seguirla y apoyarla», recuerda su hermana con beneplácito.
¿Cómo es ‘Lupe’ en verdad? Es muy activa, hace muchas cosas al mismo tiempo y cumple con todas. Es carismática, siempre está alegre, y de los cuatro, es la que tiene más cicatrices.
«La admiro un montón, no sé cómo hace para manejar todo y cumplir. Recuerdo que en la pandemia fueron sus días más difíciles, fue cuando la vi más estresada. Ella tenía una beca y no podía bajar sus notas. Se levantaba a las 05:00 am, entrenaba y ya estaba de vuelta cuando yo me estaba alistando para ir a trabajar. Pero lo hace porque le gusta. Ella puede con todo».
Lu también revela que la menor de todos es la que tiene más cicatrices. «Se ha hecho muchos ‘tajos’ por ser una plaga, por estar de aquí para allá. Pero también creo que eso es lo que la ha hecho llegar hasta donde está», concluye.
Su entrenador no le cobra «porque ser atleta en Bolivia es muy difícil»
Empezó a entrenarse en serio con Carmelo Suárez hace siete años, cuando la presentó su profesor de Educación Física. Si algo puede destacar de ella de buenas a primeras es que Lupe «es muy divertida, siempre irradia alegría y ayuda y motiva a los atletas nuevos»
Llegó a sus manos cuando hacía 100 metros en 14 segundos. En la actualidad lo hace en 11, 57 segundos (récord boliviano que alcanzó en Cochabamba en abril de este año). De igual forma, ostenta el récord nacional en 60 metros (interior), con 7,32 segundos, logrado en enero de este año también.
El trabajo por mejorar es cuestión de perseverancia y sacrificio, son años para ir reduciendo los tiempos. «Cuando inician es fácil bajar un segundo en un año, por que se mejora tanto el aspecto físico como técnico, con el pasar del tiempo las mejora va variando entre 10 a 20 centésimas por año. Ella es una atleta muy fuerte, física y mentalmente, es muy responsable con sus entrenamientos y disciplinada en su vida fuera de la pista», destaca el entrenador.
Como buen profesional no se deja encandilar por los logros, reconoce lo que aún falta por hacer. «Necesitamos trabajar en aspectos técnicos de la partida y mayor desarrollo de la fuerza», con lo que es más que seguro que las jornadas de entre 2 y 4 horas van a seguir vigentes.
Suárez revela que Lupe fue becada por el Club Champions que él dirige, pero que ella a su vez apoya al club con algún material cuando gana algo de recursos. «No se le cobra porque ser atleta en Bolivia es muy difícil, porque hay que pagarse todos los gastos, pasajes a los nacionales, hotel, comida, material de competencia, zapatillas especiales, etc».
Guadalupe es bien querida y admirada en la Villa Olímpica
Cristian Sandóval
Cristian Sandoval es el encargado de la pista de atletismo en la Villa Olímpica. Todos los atletas lo conocen y él conoce a todos. Cuando habla de Guadalupe se le nota que se siente orgulloso de ella. A su vez, la atleta lo considera como una persona de su entera confianza y lo tiene como aliado cada vez que necesita entrenar por demás.
«Ella acude todas las tardes, nunca le hemos cerrado las puertas», dice Cristian, más conocido como ‘Pony’. La describe como una joven humilde, atenta, con la cabeza bien puesta. «No se ha alzado, incluso le ha dado consejos a mi hija mayor que también corre».
Confiesa que es ‘futbolero’, pero ya se dio cuenta de que el fútbol no da tantas alegrías y motivos para estar orgullosos como lo ha hecho Guadalupe. «La gente no sabe el esfuerzo que hay detrás de ellos. Los atletas que han viajado a París lo han hecho por méritos propios y con su propio bolsillo».
También confiesa que Guadalupe estuvo ahorrando para poder comprarse los zapatos que necesitaba. «Ella quería unos Spike (foto), que son carísimos y le costó mucho poder comprárselos. Cuestan Bs 700 los más baratos, sin contar los clavos que se consiguen aparte, según las pulgadas».
El encargado de la pista profesional le da todo el mérito a Lupe, para él, ella ha abierto muchas puertas para los otros corredores. «Le ha dado visibilidad al deporte, ahora más gente conoce la pista de la Villa Olímpica y llevan a sus niños para seguir los pasos de Guadalupe».
Atleta de día, anfitriona de noche
Guadalupe con parte del staff de Show de Mier
Adolfo Mier Rivas, uno de los comediantes más representativos del país, es uno de los primeros en ‘brotar pecho’ por poder decir que conoce a Guadalupe. Ella trabaja en Show de Mier los fines de semana por la noche, uno de sus tantos roles en ese afán por ser alguien en la vida.
«Guadalupe lo hizo, como en el cuento de la Cenicienta. En voz baja y en silencio. Madrugaba para ser mejor y por ser mejor la chica de este cuento, saltó desde un modesto barrio de nuestra comunidad a la ciudad luz (París), con más luz, para asómbranos a todos. Para Show de Mier es un orgullo que ella sea parte de nuestro staff, es una de las amables azafatas que esperan en la puerta de nuestra sala a que llegue el público y ella los acompaña hasta su mesa».
Mier lanza la analogía y asegura que ‘Lupe’ bate records en amabilidad y afecto. Y sin desperdiciar la oportunidad, aprovecha para lanzar también el reproche: «Lupe, nuestra Guadalupe Tórrez, luego de volver de la gloria, dejando atrás la orfandad de un gobierno que ni siquiera tuvo la gentiliza de entregarle el pabellón nacional, retorna a su tierra para porfiar y entrenar otros cuatro años, preparándose para volver a competir por su ingrato país, por su Bolivia colmada de tantos sueños y privada de tantas satisfacciones porque nuestros gobernantes lo único que organizan bien son proclamaciones, confrontaciones, conflictos, convenciones, farras políticas con su presidente tocando guitarra y sus Bartolinas bailando».
Ella implementó un consultorio móvil de asesoramiento nutricional, servicio que da gratis a sus compañeros
Lupe con algunos de sus compañeros de la carrera de Nutrición
Su docente de la materia de Nutrición deportiva en la UEB, Nelson Loayza, comparte sus impresiones sobre Guadalupe. Destaca que ella haya estudiado Nutrición y Dietética para apoyarse a si misma con su alimentación y también beneficiar a sus compañeros de equipo. Además ella hizo 300 horas académicas en prácticas guiadas el año pasado, y lo hizo apoyando a los deportistas de atletismo.
«Para mí siempre fue una alumna introvertida, no era de las que salía al frente a exponer», contó, pero aseguró también que siempre fue destacada.
Lupe contó con la beca deporte y también obtuvo medallas para la universidad en los Juegos Universitarios. De esa manera es la única de sus hermanos que estudió de forma privada.
Loayza aplaude que Lupe haya buscado una carrera profesional además de ser una deportista de élite. «Es importante que los atletas puedan profesionalizarse para tener un sustento laboral, y qué mejor manera que esta esté relacionada con su pasión, que es el deporte».
Pero el mejor logro que este docente orgulloso quiere sacar a la luz es que ella implementó un sistema de seguimiento y evaluación nutricional deportivo a atletas en un consultorio móvil, ya que con las carencias es imposible contar con un nutricionista en cada asociación deportiva. «Para nosotros eso fue algo muy novedoso y ella sigue con esa iniciativa, brindando su servicio gratuito a sus compañeros. Eso habla muy bien de ella».
Siempre está feliz y se hace tiempo para los amigos
Guadalupe Tórrez con sus amigos
Diego Cahuaya es un buen amigo de Guadalupe. Da fe de que ella siempre está feliz. «Algo que a mí me asombra y se lo he dicho, es su capacidad para hacer muchas cosas a la vez. Ella trabaja en Show de Mier, cuando estaba en la universidad tenía sus prácticas profesionales, también entrenaba al otro lado de la ciudad, porque vive en la Luján… entonces, siempre estaba ocupada y aún así, siempre se hacía tiempo para salir con nosotros o para estar con su familia».
¿Nunca se la ve cansada? Sus amigos aseguran que siempre está animada. Y por si fuera poco, con todos los compromisos que tiene, es también entrenadora personal de algunos niños, un pequeño grupo.
Antes de ser amigos, Diego confiesa que pensaba que por el hecho de que la patrocinan algunas marcas y es deportista conocida, podía ser creída, pero ella nunca se creyó superior a alguien.
«Es muy, muy buena con todo el mundo. Muy sencilla y divertida. Eso se puede ver en los videos que sube a sus redes sociales. Esa es su forma de ser siempre».
Guadalupe encontró el amor a tres cuadras de su casa
Guadalupe con su novio, Jhonatan Cahuaya
Jhonatan Goytia (26) enamora con Guadalupe hace tres años. Se conocieron entrenando, y por las casualidades de la vida, descubrieron que viven a tan solo tres cuadras de distancia. Lo primero que le gustó de ella es que es carismática y cómo trata a las personas.
Amantes del deporte, sus caminos van de la mano. Jhonatan está en último semestre de la carrera de Actividad física, y siempre que puede la aconseja.
El día de ella empieza bien temprano y termina tarde en la noche, pero siempre hay tiempo para enamorar. ¿Es difícil ser enamorado de Guadalupe Tórrez? Asegura que no, porque como empezaron como amigos, se llevan muy bien, porque han descubierto que todo se soluciona conversando.
Ha sabido mantener su mente fuerte para llegar hasta donde está
Lauren Mendoza es compañera de equipo de Guadalupe
Lauren Mendoza es compañera de equipo de Guadalupe, se conocen hace ocho años. Siempre la tomó como una referencia en el atletismo, dice que es jovial, inteligente, amable y decidida en lo que quiere alcanzar.
Asegura que fue muy emocionante verla correr en París. «Estoy muy feliz por los logros que está obteniendo, la considero una gran amiga mía. Ha sido muy constante pese a todo porque es muy difícil seguir por la falta de apoyo, y a pesar de ello, ella se ha mantenido fiel».
Lauren hace números y explica que el atletismo es una pasión que cuesta mucho dinero. Para dar un ejemplo, las zapatillas que ocupan cuestan Bs 1.500, y si se paga un catering con alimentación adecuada, son otros Bs 1.500, además está la indumentaria deportiva, los suplementos. Ella estima que se gastan Bs 7.000 fácilmente.
También admite que tampoco faltan los momentos difíciles. «Hemos tenido bajones, como cuando hay lesiones, pero aún así ella ha sabido mantener la mente fuerte y salir adelante hasta llegar donde está».
Guadalupe durante la primera ronda en París, donde salió segunda /AFP