“Ha muerto Ruber Carvalho Urey, mi tío, hermano de mi padre, uno de los grandes poetas y escritores bolivianos”, anunció el escritor Homero Carvalho, a través de sus redes sociales.
Aún no se conoce las causas de su deceso ni el lugar del velatorio. Se espera la información del salón velatorio para que el mundo de las letras y la cultura rinda un homenaje el reconocido escritor.
Homero Carvalho describe a su tío Ruber: “Un beniano universal, con una gran capacidad intelectual, también escribió ensayos, artículos en la prensa y un libro de historia que desmitifica muchos acontecimientos de nuestra historia y evidencia otros que los historiadores de Los Andes pretendieron ignorar u ocultar”.
También la gestora cultural María José Parejas lamentó el deceso de Ruber Carvalho.
“Hoy es un día triste, ya no está entre nosotros el poeta de Santa Cruz, don Ruber Carvalho Urey, (a él no le gustaba que le diga don, pero nunca pude no decirle). Un señor al que quiero y admiro mucho (…) Como no quererlo, si me hizo ver que la historia tiene varias caras. Como no quererlo, si con “Puramba” y “La mitad de la sangre” me enseñó nuevas palabras y llegar a una Bolivia inimaginable. Como no quererlo, si escribió el poema más lindo para Santa Cruz”.
Ruber Carvalho Urey. Archivo EL DEBER
“Si volviera a nacer me gustaría vivir exactamente lo que he vivido, incluso con las equivocaciones, porque gracias a eso uno aprende a ser más justo, más libre. El hombre que no se equivoca no existe”, le dijo Carvalho a EL DEBER en 2017, cuando presentaba su libro Puramba, su tercera novela.
Ruber Carvalho nació en Santa Ana de Yacuma, Beni, en 1938. Fue poeta, novelista, dramaturgo y ensayista, sin embargo, su profesión académica fue la de abogado.
Vivió en el exilio, en Chile y Venezuela, durante la dictadura. Cuando volvió al país, fue Oficial Mayor de Cultura de Santa Cruz de la Sierra, entre 1990 y 1995. Posteriormente, subsecretario de Patrimonio Cultural de la Secretaría Nacional de Cultura (1995). Presidió la Cooperativa Cruceña de Cultura, fue miembro del Directorio de la Casa de Cultura Raúl Otero Reiche.
Tanto Homero Carvalho, como María José Parejas transcribieron el poema:
A Santa Cruz de la Sierra, en un día cualquiera
Para que sepan las lluvias que te amo
Porque en las tejas coloniales de tus techos
nace la flor de pitajaya.
Porque llegué a tus aleros
buscando un vaso de agua para mi sed de peregrino
y me ofreciste la tinaja repleta de tus ríos.
Porque me diste un pedazo de tierra
para desenrollar mi estera de totora movima
y una sombra para mi descanso.
Porque tus horcones de madera tallada,
los balaustres de tus ventanas antiguas,
tus calles arenosas, tus patios con aljibes,
dejaron impresas sus huellas, para siempre
en mis andares.
Porque en mi portabalayo mojeño
guardo la ternura de tu gente, tu cielo americano
color de mis mares interiores, tu acento
y tu sentir en una flor de belleza inigualable.
porque en tus corredores la tertulia
se hizo larga y la merienda fue la pascana definitiva
de mis sueños trashumantes…
Porque siento en las manos de tu pueblo
el calor amigo con su llaneza sincera
y transparente.
Porque acompaño tu crecer y recojo
tu esperanza en la esperanza de mi hija
que lleva tu horizonte en sus pupilas.
Porque eres pampa y sol, verde y azul,
miel de mieles y noche de estrellas con guitarras,
alma de trasnochador impenitente.
Porque me gusta el sabor del achachairú,
la ambaiba y la guayaba y la espesura total
del motoyoé, tu árbol mágico.
Porque tu carcajada resuena en el surazo
y tu sonrisa se hace un canto universal
en los rostros de belleza sin par de tus mujeres.
Porque eres un puerto imaginario;
pero un puente real entre los grandes mares
de la tierra. Aquí se encuentran los cuatro puntos
cardinales de la rosa que marca el rumbo
de los astros y del bohemio vagabundo.
Porque hablo tu lenguaje
y me nombro en tus sonidos.
Porque habito tus misterios
y conozco la pila bautismal de tus orígenes.
Porque en una loza escondida escribiré
mi último poema para que sea mi epitafio
que señale donde duerma para siempre
en el frescor nocturno de tu arena,
con olor a sal de un mar lejano,
recóndito y profundo…
sólo el mar en ese meditar mediterráneo.
Por eso…
Porque tu modo de ser es mi costumbre:
Te amo Santa Cruz