“Este proyecto nació para entender qué cambios hay en la cobertura de la tierra y qué pasa con el territorio año a año, eso permite pensar en estrategias para disminuir los cambios negativos y estimular los positivos, como la restauración de bosques”, argumentó Tasso Azevedo, coordinador general de MapBiomas Network, sobre el lanzamiento de la nueva colección Mapbiomas Bolivia, que refleja la dinámica de 38 años, de 1985 hasta 2023, y que involucra a los siete biomas (macrorregiones) del país: Amazonía, Chaco, Chiquitania, Andes, Valles, Pantanal, y Tucumano boliviano.
Según Azevedo, la incidencia no es la misión de Mapbiomas en los 14 países beneficiados, incluido Bolivia, sino que tengan la capacidad instalada para producir sus propios mapas con datos actualizados, precisos y relevantes para el contexto local, de tal modo que puedan ser usados por los tomadores de decisiones para promover el desarrollo sostenible y encarar el cambio climático. Sin embargo, es difícil no preocuparse al conocer las cifras generadas por Mapbiomas Bolivia.
De acuerdo a lo expuesto por al menos media docena de expertos en el tema, las señales no son tan alentadoras.
Entre los hallazgos se detectó un crecimiento de la agricultura en 527% (4 millones de ha), y en cuanto a las macrorregiones, en la Chiquitania el incremento alcanza el 626%, en la Amazonía 427%, y en el Chaco 443%.
“Se está reemplazando el bosque seco chiquitano, característico de esa región.
En la Amazonía, un ejemplo son las sabanas, reemplazadas por pasturas, y en el Chaco por agricultura, sobre todo por parte de menonas”, explicó Alejandra Tancara, especialista desarrolladora de Mapbiomas de parte de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN).
Tancara agregó que la formación natural, es decir boscosa y no boscosa, para 1985 se extendía a 92% del territorio nacional, y que a lo largo de los años se redujo a 83% hasta 2023.
“Bolivia aún cuenta con más de la mitad del territorio cubierto por bosque, pero desde 1985 se ha reducido, y es probable que en la próxima colección presentada digamos que ya no es más de la mitad de nuestro territorio la que está cubierta por bosque”, alertó.
En el caso específico del departamento cruceño, según Marlene Quintanilla, directora de investigación y gestión del conocimiento de FAN, explicó que ha perdido 18% de la formación boscosa, con un incremento de la agricultura en 503%, equivalente a 5,5 millones de ha.
Para Quintanilla, Tarija es uno de los departamentos que ha sorprendido por los cambios que se muestran. “Ha disminuido un 8% (205 mil ha) de su cobertura vegetal, y la actividad agrícola aumentó a 138% (164 mil ha)”, detalló.
Cambio de la cobertura y uso de suelo en Bolivia. Infografía: Mary Luz Soruco
Población, agua y minería
Paralelamente a la pérdida de cobertura boscosa, tanto Santa Cruz como Tarija reflejan una afectación en la extensión de sus aguas superficiales.
Marlene Quintanilla dijo que en el primer caso, la reducción de las fuentes de agua superficial llegó al 41% (88,5 ha), mientras que en Tarija ya está por 45% (7,7 mil ha).
En Oruro, el descenso de agua superficial rompió record con 81,8% (268 mil ha). En ese departamento, la superficie agropecuaria se elevó en 106% (274 mil ha), y la vegetación se redujo en 9%.
El Pantanal boliviano ha registrado en estos 38 años una disminución de 63% de las aguas superficiales, sobre todo en la laguna Cáceres, y de 44% en los Andes.
Los glaciares no se salvan de la tendencia; para Quintanilla, “parecería que el cambio climático está más acelerado en Bolivia, ya que más de la mitad de los glaciares ha disminuido”.
La serie temporal de las superficie gélida en el país refleja que, de las 63.893 hectáreas que se registraron en 1985, hoy Bolivia tiene poco más de 25 mil ha de glaciares.
De acuerdo a Alejandra Tancara, la minería es una clase que costó clasificar, pero finalmente se identificó que los biomas donde hubo mayor impacto son dos: Amazonía, con un crecimiento de 1.013%, en puntos como Mapiri; y los Andes (167%), donde un ejemplo es Suches (La Paz), frontera con Perú, “es decir que esa minería es transfronteriza”, agregó Tancara.
La infraestructura urbana también forma parte de los estudios de Mapbiomas Bolivia. En el bioma Tucumano boliviano (Yacuiba) se disparó en 192%, mientras que en los Valles, en 70% hasta 2023, “sobre todo en el área metropolitana de Cochabamba”, dijo Alejandra Tancara.
Si bien las presiones ocurren en distintas zonas geográficas, recalcó Marlene Quintanilla, todo está interconectado, es decir los siete biomas que conforman la superficie nacional.
Carlos Quezada Lambertin, investigador de la Universidad Católica Boliviana (UCB), usó los mapbiomas para explorar la gobernanza forestal en los territorios indígenas.
Si bien concluyó que la pérdida de cobertura vegetal en estos lugares es menor que en otros sitios, admitió que “es mayor en comparación con los demás países de Latinoamérica”.
Dijo que en el Territorio Indígena Multiétnico (TIM) Ivirgazama, la pérdida de cobertura boscosa superó el 4%, con la presión de los ‘asentamientos’ y la producción de coca.
“La pérdida del bosque coincide con la erosión de instituciones Yuracaré”, afirmó.
En la TCO Guarayos, según Quezada, la pérdida de cobertura forestal está por el 7%, una de las estadísticas más altas en territorios indígenas. “Desaparecieron 22.912 ha de bosque entre 1996 (Ley INRA) y 2022; el 43,4% de la pérdida ocurrió entre 2018 y 2022”, aseveró.
Cambios en el PLUS
Según Cedla, con el nuevo Plan de Uso del Suelo (PLUS) de Beni, aprobado en 2019, el departamento de Beni puede destinar el 39,8% de su territorio para uso agropecuario. De esa superficie, 5,5 millones de hectáreas son para uso agropecuario extensivo en todo el departamento y 301.543,8 hectáreas para uso intensivo en las provincias Cercado y Marbán colindantes con el departamento de Santa Cruz.
El nuevo PLUS habilitó nueve millones de hectáreas para fines agrícolas.
Aunque existe muy poca información sobre las intenciones de un cambio en el PLUS de Pando, en la presentación de Mapbiomas Bolivia, Conservación Amazónica (ACEAA) informó que ya se está planteando una actualización.
Si bien Daniel Larrea, de ACEAA, dijo que la deforestación es baja en ese departamento, 250 mil ha en 22 años, también admitió que se relaciona con la ganadería intensiva.
Agregó que en 2017 ya hubo un bajón brusco en la producción de castaña, “detectamos que estaba relacionado con el clima, empezamos a integrar monitoreo climático, por anomalías en temperatura y precipitación”, aseveró.
Según Larrea, los dos años precedentes al bajón de la castaña fueron inusualmente muy calientes y secos, “la tormenta perfecta para que la producción de castaña sea baja”.
Para él, los mapas de biomas son importantes para la planificación en ese departamento, como ya ha sucedido con las áreas protegidas municipales, pero aceptó que también para afrontar ese cambio en el PLUS, de modo tal que Pando se convierta en el subsidiario climático de las tierras bajas de Bolivia.