Las sirenas de los carros bomberos, ambulancias y policías empiezan a agitarse. La noticia que se difunde en las emisoras, canales de televisión están al unísono y el grito desesperado de los vecinos se oye con tanta claridad en el recuerdo como si estuviera pasando en ese instante, pese a que el horror que nunca debió pasar. Esto sucedió hace 30 años. Sin embargo, en medio del respiro de impunidad, el lema “Memoria y Justicia”, está vigente a pesar de todos los años que transcurrieron.
Es el sentimiento que expresaron a EL DEBER algunos familiares de los seis ciudadanos bolivianos de las 85 personas que perdieron la vida el 18 de julio de 1994, cuando el reloj marcaba las 9:55, en el edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), el principal centro de la comunidad judía ubicado en la calle Pasteur 633 del barrio porteño Once, en la ciudad de Buenos Aires, Argentina.
Gracias a la colectividad boliviana asentada en Argentina es que esta casa periodística logró conversar con dos familiares de las seis víctimas bolivianas y desempolvar el caso. En ambos contactos, los allegados manifestaron sentirse “olvidados y marginados” por las autoridades de Argentina y principalmente de Bolivia, ya que en diferentes gobiernos de turno ninguno de los representantes de la Cancillería tomó contactos con ellos.
En aquel atentado terrorista perdieron la vida los compatriotas, según los registros oficiales, Erwin García Tenorio, Adhemar Zárate, Juan Vela, Eugenio Vela, Rimar Salazar y David Barriga.
Adhemar Zárate tenía 31 años cuando se suscitó el atentado
El vecino país aún no terminaba de digerir el ataque a la embajada de Israel en la capital bonaerense en 1992, que provocó al menos 22 muertos, cuando ahora una camioneta cargada con explosivos se estrelló contra el edificio de la AMIA ocasionando una gran explosión que dejó, entre los 85 fallecidos, más de 300 heridos.
La justicia en Argentina determinó que el atentado terrorista, considerado el mayor de la historia de Argentina y el segundo de gran magnitud contra los judíos detrás de la II Guerra Mundial, fue ordenado por el Gobierno de Irán y ejecutado por la organización terrorista libanesa llamada Hezbollah, esta organización que también tuvo reportes de inteligencia de operar en la frontera boliviana en la comercialización de autos ‘chutos’.
Cinthia Barriga, una de las cuatro hijas de David, recuerda que la familia vivía en la ciudad de Merlo, en Buenos Aires, una zona en la actualidad donde vive una importante cantidad de bolivianos. Para ese entonces, rememora que su papá, oriundo del municipio de Tarabuco, Chuquisaca, se dedicaba a la albañilería y en sus momentos libres tocaba el acordeón con un grupo musical.
La hija señala que aquella mañana del 18 de julio, a tempranas horas y cuando tenía seis años, su papá, de 28 años, se despidió con un beso como todos los días, para ir a trabajar en la refacción del edificio de la AMIA, donde fue llevado por su tío, hermano de su papá.
David Barriga, en sus tiempos libres se dedicaba a tocar el acordeón
Pasada las horas, una vecina alertó a su mamá que un coche había explotado cerca donde David trabajaba. En ese momento, doña Elena encendió el televisor y vio todo lo que estaba aconteciendo, era no creerse. No lo pensó dos veces y de inmediato salió de su casa acompañada de su hermana hasta las inmediaciones de la AMIA, y dejó a cargo a sus cuatro hijos a una vecina conocida.
“Fue un momento caótico, todos empezaron a gritar y no había la comunicación de ahora. Mi mamá se fue con mi tía, volvió tarde en la noche, a nosotros nos dejó con una vecina. Mi papá fue hallado sin vida cinco después, debajo de los escombros, sus hermanos lo reconocieron cuando lo encontraron”, manifestó en la entrevista.
Cinthia relató que su mamá fue la que más sufrió por la muerte de su esposo, al punto de que pasado los días del atentado salía de casa con su hijo recién nacido en brazos, para aguardar la llegada de don David por varias horas. Indicó que después del siniestro la vida de su familia como la del resto de las víctimas cambió para siempre, puesto que en su caso tuvieron que retornar a Tarabuco.
Un policía trata de poner orden, en medio del caos por la explosión
Recuerda que en la presidencia de Cristina Kirchner, en 2015, se aprobó una indemnización para los familiares de las víctimas. En su caso, manifestó que se trató de un trámite largo, burocrático, pero que finalmente se aprobó, ya que recibieron como una especie de bono de manera mensual por un tiempo, pero decidieron dejarlo porque con la devaluación el monto es muy reducido.
Indicó que desde que ocurrió el atentado ninguna de las autoridades de la Cancillería de Bolivia en Buenos Aires se ha puesto en contacto con ellos, para participar en algún acto conmemorativos. Los restos de don David Barriga fueron exhumados y trasladados hasta el Cementerio General de Chuquisaca.
“Es muy fatal, éramos niños y hemos sentido la ausencia del padre. Solo espero que se haga justicia, que caigan los verdaderos culpables y paguen por el daño que causaron a las familias, no entiendo la maldad en la que actuaron. También pido que las autoridades argentinas y bolivianas que no nos olviden”, expresó.
EL DEBER también tomó contacto con la señora Bertha, tía de Adhemar Zárate, que falleció cuando tenía 31 años mientras trabaja en la refacción.
“Adhemar y su primo Carlos trabajaban en la AMIA haciendo refacciones, Carlos me contó que vio a Adhemar sacando escombros para tirarlos en un contenedor que estaba afuera de la mutual y en ese momento sucedió la explosión. Carlitos se salvó y Adhemar falleció”, recuerda la tía.
Manifestó que ella es una de las familiares que participa en los homenajes cada 18 de julio, portando la foto de su sobrino con indumentaria deportiva. Después de la explosión, relata que fueron atendidos por el gobierno de Carlos Menem, y por algunas autoridades bolivianas.
“Todas las familias de las 85 víctimas recibieron una indemnización, en el caso de Adhemar lo recibió su esposa y sus hijos”, remarcó.
Doña Bertha, a pesar de los problemas auditivos que padece, sostiene que el pedido de justicia sigue vigente, “que se sepa la verdad, caiga quien tenga que caer y que de dejen de encubrir. “Justicia y memoria”, insiste.
“Cada vez que va hacer el 18 de julio me pongo muy mal, recuerdo a Adhemar con muchas lágrimas. Siempre me acuerdo de él, no lo puedo olvidar porque fue mi primer sobrino querido. Gracias por recordar a mi Adhemar”, expresó.
En la fachada de la AMIA se observan los nombres de las 85 víctimas
Buscan concienciar
Un grupo de periodistas argentinos, de padres bolivianos, desde hace al menos dos años se han trazado la misión de reivindicar en la colectividad boliviana que vive en Buenos Aires el 18 de julio, ya que para muchos pasa por desapercibidas y que se reconozca a las víctimas.
Mabel Arciénaga, comunicadora, afirmó que el atentado marcó bastante en la sociedad argentina como en la comunidad migrante.
“Hay muchos acontecimientos de la que los bolivianos son parte, en este caso como expresión de repudio, indicó. Para este jueves se prevé un homenaje y serie de actividades por el gobierno de Javier Milei y de la AMIA.
DATOS
FERIADO NACIONAL
Una de las propuestas de la AMIA es que el 18 de julio se plasme como feriado nacional. Solo las fechas patrias son declarados feriados.
SIN DETENIDOS
Los familiares claman para que se llegue a la verdad del atroz atentado y se capture a los verdaderos autores y copartícipes. En 2013, el fiscal Alberto Nisman apuntó al Gobierno de Irán por el atentado. En 2015, el fiscal fue hallado sin vida con un balazo en su cabeza.
RELACIÓN BOLIVIA-IRÁN
En 2014, la comunidad judía expresó su rechazo a las declaraciones que virtió Evo Morales, cuando declaró a Israel como “estado terrorista”. Se dio en un contexto por un acuerdo de cooperación militar que sostuvo el Estado boliviano con Irán.