Frontis del Observatorio, ubicado a escasos metros de la plaza Murillo
«El mismísimo creador de la escala de Richter dijo en 1949 que el Observatorio de San Calixto, de Bolivia era el mejor del mundo», se enorgullece en decir su actual director Gonzalo Fernández. Este año, 2024, San Calixto cumplió 113 años y mantiene su prestigio. Es una entidad privada que se hizo sostenible en el tiempo, pero que mantiene un desafío: expandirse. Comenzó en la cripta del colegio del mismo nombre; hoy tiene modernas oficinas en la calle Indaburo, a dos cuadras del centro educativo que la vio nacer, maneja tecnología de punta y capta los sucesos sísmicos, en Bolivia y el planeta, casi en tiempo real.
Fernández, el quinto director en la historia del Observatorio San Calixto, el segundo que no es sacerdote jesuita, asegura que “hoy tenemos tecnología de última generación, que incluye transmisión satelital en 4G, fibra óptica, y los sensores son de banda ancha y completamente digitales”.
El Observatorio registró el viernes de la anterior semana un sismo de magnitud 5,6 con epicentro en la provincia José Manuel Pando, del departamento de La Paz.
«El día 12 de julio de 2024 a las 14:19:04 (hora local), la Red Sismológica detectó un sismo con una profundidad hipocentral de 163 km de profundidad (sismo intermedio). El epicentro se localizó en la provincia José Manuel Pando del departamento de La Paz», detalla el boletín del Observatorio.
Y este jueves por la noche, a las 21:50:46 (local), el observatorio registró un evento de magnitud 7.3 M, a una profundidad de 126.3 km (sismo intermedio). El epicentro fue localizado en Chile y fue sentido en varias regiones de Bolivia (Cochabamba, Sucre, Santa Cruz, Tarija)».
En la capital cruceña, el temblor sacudió zonas como Equipetrol y las avenidas Monseñor Rivero, Cristo Redentor y Beni. También hubo personas en el Urubó que dijeron haber sentido el sismo.
La geóloga Maira Nieto Canaviri, con especialización en sismología, trabaja en el Observatorio hace ocho años. “Nosotros tenemos un sistema automático que nos da la información en no más de cinco minutos. Pero a veces es necesario trabajar los datos manualmente, para reducir la posibilidad de error. Nosotros hacemos esa revisión, corroboramos y lo publicamos en www.osc.org.bo, y también en Facebook”, explica.
El director Fernández, por su parte, asegura que estos equipos fueron parte de donaciones de distintas fuentes, pero menciona con énfasis al gobierno francés. “Ellos nos dieron estos equipos que tratamos de mantenerlos al máximo. Quisiéramos expandirnos en todo el territorio nacional, pero no hay financiador externo que sustente ese proyecto”.
En el link https://osc.org.bo/index.php/es/sismicidad/senales, precisa Fernández, se pueden ver las señales sísmicas en tiempo real. Nieto recordó que el 2023 se registraron 1.910 sismos, lo que genera un promedio de hasta 5 por día. “La mayoría fueron de magnitudes menores a 3 y no se sintieron”.
Hay tres tipos de sismos. Y para entender mejor se debe tomar en cuenta la magnitud, que se mide en la escala de Richter. Pero hay otro elemento absolutamente relevante: mientras más profundo es un sismo, menos se lo sentirá. En esa lógica, el Observatorio los cataloga por colores. Los amarillos son los superficiales. Los naranjas son intermedios, y los cafés son los más profundos. “Superficiales, intermedios y profundos, así los clasificamos. Los primeros (superficiales) son los más peligrosos”.
La tragedia de Aiquile prácticamente barrió con todas las edificaciones / Foto: Opinión
La tragedia de Aiquile sigue siendo la peor
El 22 de mayo de 1998, a las 00:48, se produjo un sismo de magnitud 6,6 en la escala de Richter en la población de cochabambina de Aiquile, “a una profundidad de 15 kilómetros. Por las características de magnitud alta, profundidad y vulnerabilidad, a lo que se suma que las casitas del lugar eran en su mayoría de adobe, se desencadenó una tragedia con más de mil fallecidos y casas desplomadas… Un desastre de proporciones históricas”. El de la anterior semana, como parámetro de comparación, tuvo 5,6 de magnitud, pero se registró a 163 kilómetros de la superficie, “por eso se lo definió como ‘intermedio’”, explicó la experta.
Si bien la tecnología avanzó muchísimo en estos años, y eso se ve reflejado en el Observatorio, la experta señala que no existe aún el avance tecnológico que pueda detectar un terremoto con más de tres minutos de anticipación.
De todas formas, este tiempo, en países como Chile o Perú, ya es importante para activar las alarmas; que la gente, preparada para eventos de este tipo, inicie los protocolos y se reduzca la mortalidad.
Maira Nieto señaló que la amenaza es un factor externo. En este caso, los fenómenos naturales como la sismisidad, deslizamientos e inundaciones. El riesgo, dijo, “es la combinación de la amenaza y la vulnerabilidad.
En el caso de los terremotos advirtió que Bolivia no tiene amenaza alta, como en Chile o Perú, “pero sí tenemos una vulnerabilidad estructural, las edificaciones no están construidas bajo normativas, sino en suelos no consolidados, como en La Paz, que ha vivido varias situaciones de deslizamientos».
También está la vulnerabilidad estructural, que es la falta de preparación, es decir, no sabemos qué hacer en caso de presentarse un sismo de magnitud o cualquier tipo de emergencia, para salvar nuestras vidas. «Por eso, la vulnerabilidad aumenta el riesgo”, insiste Nieto.
Los antiguos instrumentos de medición se exhiben en un museo
Radiografía de un observatorio
El Observatorio está situado en una casa preservada en el casco viejo de la ciudad. Tiene un patio central que distribuye a una sala de prensa, el archivo de los registros y un museo donde está la historia. En el piso superior está la sala de control, que es de acceso muy restringido por razones de seguridad.
¿Cómo se sustenta el Observatorio? El director asegura que con “proyectos internacionales temporales y/o nacionales. Tenemos acuerdos estratégicos con el Departamento de Vigilancia del Medio Ambiente de Francia, que es clave y hay que agradecer a la embajada de ese país y a la Cancillería de Bolivia porque nos permiten trabajar para obtener esos fondos. Nos falta conseguir más financiamiento, porque el territorio nacional es muy extenso, pero ahí vamos luchando”.
Otra entidad con la que tienen proyectos es la National Science Foundation, de EEUU, y también con instituciones nacionales. “El observatorio es sostenible. Lo que quisiéramos es expandirnos más. El reto es conseguir proyectos que financien eso para el Oriente boliviano y para Tarija, por ejemplo”.
Está es la sala de datos y el equipo técnico científico del Observatorio. Foto: OSC
Vamos a la historia
El Observatorio, que tiene reconocimiento a nivel nacional e internacional, es una obra de la Compañía de Jesús. Fue fundado gracias al Consejo Mundial de Geodesia y Geofísica, que se celebró en 1.911 en Manchester. “Esa instancia les dio la tarea a los jesuitas de la época a instalar una estación sísmica en Bolivia. Ellos tenían una gran herencia y conocimiento sobre este tema y el encargado es el primer director del Observatorio, el padre Pierre-Marie Descotes, quien junto a los hermanos Manzanero, también jesuitas, arrancaron con todo”, explica el director.
El 1 de mayo de 1913 se construyó e inauguró el primer sismómetro que funcionó desde 1913 hasta 1964, y estaba ubicado en la cripta del Colegio San Calixto de la ciudad de La Paz. “Tenía características muy especiales para medir los terremotos, tanto a nivel local (Bolivia), regional (Sudamérica) e internacional (todo el mundo)”, reseña el director.
Descostes hizo la instalación con un financiamiento “no muy grande, por eso lo hicieron a mano. Luego realizaban las lecturas de los sismos todos los días con una dedicación única. El padre Descostes también mejoró el sistema de adquisición de datos meteorológicos y astronómicos, lo que le permitió corregir la longitud de Sudamérica, junto con algunos colegas que tenía en Chile”.
Era un referente científico, fundó también la Radio Fides y realizó la primera transmisión inalámbrica a nivel nacional desde el Colegio San Calixto, hasta la zona de Obrajes, en La Paz.
En 1949, en su libro Seismicity of the Earth, los sismólogos norteamericanos Beno Gutenberg y Charles Francis Richter, creador de la escala, denominaron al observatorio como «la estación sismológica más importante del mundo».
Lo hicieron, según Fernández, “porque tenía una precisión muy fina. Quiero decirle que desde entonces no ha habido un día que el observatorio haya dejado de publicar un boletín sísmico”.
El segundo director fue el sacerdote español Ramón Cabré. “A él se le condecoró con una medalla Cóndor de los Andes en el grado de Gran Mariscal, porque encontró muchas de las fuentes sismogénicas en territorio nacional, realizó los primeros estudios de amenaza sísmica y los publicó de forma gratuita en boletines de universidades y de entidades científicas”.
Además, atrajo la colaboración francesa del laboratorio de geofísica desde ese entonces, para mejorar la capacidad de detección de sismos en territorio nacional, “así consiguió donación de equipos y capacitación al personal”. Luego él fundó como hito el Centro Regional de Sismología para América del Sur (Seresi) con sede en Lima, con el objetivo de laboratorios vecinos y regionales puedan ayudarse con conocimiento científico o instrumentación”.
El tercer jefe del Observatorio fue el jesuita Lawrence Drake, “una eminencia, exdirector del observatorio de Australia. Trabajaba para su tiempo con simulaciones en 3D, lo cual era muy adelantado, hablamos entre 1998 a 2000. Se encargó de fortalecer el Acuerdo Mundial para el Tratado por la no proliferación de armas nucleares. Con él, junto al gobierno de entonces, estableció que el Observatorio San Calixto sea el centro de datos. A pesar que cuenta con una red sísmica muy pequeña, sigue siendo muy preciso y da información al país y fuera”.
Drake tuvo que volver a su país por una enfermedad muy seria y entonces llegó otro momento clave. Asumió como directora Estela Minaya, la primera mujer y laica. Al asumir ella tenía ya más de 40 años de trabajo en el Observatorio. “Con una visión más contemporánea, su labor fue articular al observatorio en difusión, en investigaciones y visualización de la institución a nivel nacional e internacional. Consiguió realizar un proyecto con el Banco Interamericano de Desarrollo, muy grande”, afirma quien ahora asumió el cargo como el cuarto director.
La idea de ella era instalar 18 estaciones sísmicas en todo el territorio nacional, y que sean autosostenibles en el tiempo. “Una tarea colosal, enorme. Por falta de financiamiento, el proyecto se cumplió, pero no pudo con la sostenibilidad. Una estación no se la puede dejar en un lugar y olvidarla, se la debe visitar y mantener. Lamentablemente, fueron víctimas de vandalismo, y nos robaron piezas. Ese fue el reto más grande. De esas 18 estaciones quedaron ocho, las reubicamos. Y en 2016 cuando yo asumí, recibí la misión de fortalecer las estaciones que quedan, de mantener las alianzas locales y profundizar las internacionales para mejorar los estudios de amenazas sísmicas en territorio nacional”.
En 2019 el Observatorio presentó el Mapa Probabilístico de Amenazas Sísmicas, que es la base de la primera norma de diseño para territorio nacional, junto con el Ministerio de Obras Públicas, todos los colegios de ingenieros, universidades públicas y privadas. “Se lo presentó en noviembre del año pasado, como una resolución ministerial y si no me equivoco ya tiene rango de ley. Esos son los hitos más grandes que tenemos”, asegura el director.